Llegué al Instituto de Holotropía buscando un espacio de reflexión profunda. Estaba atravesando una coyuntura vital significativa una etapa de transición en la que el rol de madre, las preguntas sobre el rumbo profesional y la conciencia del paso del tiempo se entrelazaban con una necesidad urgente de pausa, de encuentro interior. Sentía una especie de desacomodo silencioso, como si las piezas de mi vida ya no encajaran con la claridad de antes. Lo que encontré en el retiro fue mucho más que un lugar de contención. Fue una experiencia de expansión y profundidad, tejida cuidadosamente por un equipo que integra saberes diversos —desde culturas ancestrales hasta constelaciones familiares, prácticas artísticas y respiración holotrópica— en una propuesta coherente y poderosa. Lo más valioso para mí fue el espacio cuidado en comunidad: la posibilidad de mirarme en los otros, de acompañar y ser acompañada sin máscaras. Esa trama invisible de vínculos fue el sostén perfecto para desdoblar aprendizajes, revisitar heridas y abrirme a nuevos significados. Hubo momentos desafiantes, por supuesto. Habitar mi vulnerabilidad frente a otros, permitirme sentir sin censura, y aceptar que no todo tiene respuestas inmediatas, fue quizás lo que más me costó. Pero en ese borde, en esa incomodidad, también encontré lo más revelador. Hoy, al mirar hacia atrás, reconozco ese retiro como un parteaguas. No por haber resuelto todo, sino por haberme reconciliado con mi proceso, por haber recordado que la transformación verdadera es silenciosa, orgánica y muchas veces invisible al ojo externo. Me llevo la certeza de que mi vida puede ser vivida desde un lugar más consciente, con más presencia y compasión. Y el mayor tesoro: saber que no estoy sola, que hay comunidades que honran el misterio del alma humana con respeto, sabiduría y amor

Este modulo de 10 días de una maestría no era lo que yo aparentemente necesitaba, pero me inscribí porque confío en Claudia y lo que ella me ha regalado en mis experiencias espirituales que he vivido en TERRASANA (un lugar ubicado a las faldas de dos volcanes con carga energética impresionante), Llegue porque estaba sumida en la depresión y la culpa por no haber tomado las “decisiones adecuadas” que contribuyeron a la muerte de mi madre. La partida de la que fue mi madre y padre fue demasiado dolorosa e insoportable. Ya habían pasado 21 meses desde que mi madre ya se había ido a descansar y nada me daba paz, ni las terapias de mi tanatóloga y terapeuta personal me pudieron sacar de esa obscuridad de mi alma. Después de los 10 dias del 1er modulo - El Puente- y de las medicinas ancestrales, danza primal, wong que con mucho amor y cuidado me ofrecieron y que yo acepte voluntariamente, me hicieron ver y cambiar la perspectiva de muchos temas o traumas de vergüenza, culpa y miedo que había cargado por décadas, estos parecieron disolverse, no los he borrado pero ahora los veo y siento desde una perspectiva neutral absorbiendo la sabiduría y el amor de esas situaciones que tanto dolor me causaban. Agradezco a las medicinas, a los maestros Magda y Jaume, Claudia, Artur, Issac y a la comida amorosa que Doña Elvy nos preparó todos los dias. El hecho de que pude renacer y verme desde el vientre de mi mamá cambiando la energía de miedo de mi madre por la de empoderamiento y esperanza que yo traería a su vida, este fue el regalo mas grande que recibí por parte de una de las medicinas ancestrales. La cereza del pastel fue que me reconecté con mis ancestros y mi intuición que había suprimido por creer que la ciencia del siglo XIX me tacharía de loca esquizofrénica. Por esto y por mucho mas recomiendo ampliamente esta maestra impartida y coordinada por un gran equipo, mi eterna gratitud a Claudia, Jaume, Magda, Artur, Issac, Doña Elvi, y todos los guías adicionales que no recuerdo sus nombres. Espero verlos pronto en el Modulo 2 en Veracruz.

Hace poco más de 5 años decidí iniciar la ampliación de mi preparación personal, sabía que en mis 56 años la vida laboral llegaría a su fin irremediablemente y necesitaba estar listo para ese momento. La búsqueda me ha llevado a conocer una red de profesionales (algun@s de ell@s auténticos hermanos de Alma), con la misma intención que yo: descubrirse, continuar un camino de expansión y crecimiento y al final reconectar con quien pueden convertirse y continuar cada uno su camino. La revelación que he tenido ha sido progresivamente más profunda, rica y poderosa, no obstante los límites del descubrimiento ordinario (desde lo intelectual y conversacional sobre todo), me llevaron a tener la sensación de que no había más camino ni aspectos internos por descubrir, que el camino de la evolución llegaba al límite; algo en mi intuición me decía que habría mundo por descubrir; aún y con todos los miedos inherentes a lo desconocido, decidí “soltarme” a experiencias distintas al descubrimiento ordinario. Un buen día, tras una conversación con una Colega muy querida sobre la experiencia expansiva de los hermanitos (los honguitos cariñosamente denominados); decidí experimentar por primera vez, después de esa primera experiencia quedé asombrado y con la seguridad de que en el viaje expansivo con hierbas sagradas, el encuentro con personajes, experiencias y energías, existía más mundo de sabiduría, amor y sanación. Decidí continuar con la profundización y ha sido igualmente asombroso que todo eso que he encontrado vive en mí. Cuando se conecta con un camino de poder y profundización, los recursos y los momentos llegan en el instante más oportuno; recibí la invitación de Claudia (a quien ya conocía en mi red de “conciencias”) para participar en el programa de profundización en Julio de 2024, no lo pensé (salvo por la presupuestación económica he de reconocer). El proceso y la experiencia fue única en mi proceso de formación como Persona y Psicoterapeuta sobre todo por la contención profesional, experta y sobre todo amorosamente guiada por quienes me acompañaron. La experiencia expuso asimismo límites, emociones, miedos y una riqueza de contenido (interno, sobre todo) que me hizo crecer, entrar uno y salir otro sin ninguna duda. El camino posterior hasta el momento, ha decantado tanta resolución y solidez que me ha permitido honrar, aspectos sagrados, credos, honrar la verdad, honrar y cuidar mi cuerpo y sobre todo mis decisiones y el camino que amorosamente he elegido para mi vida y quienes más cerca tengo. Hoy continúan los cambios y los personajes que viven en mi se han convertido en una vivaz intuición y conocimiento espontáneo y sólido espiritual y mentalmente. Gracias por el acompañamiento, abrazo grande.

Antes de mi decisión de participar en el retiro El Puente, me encontraba experimentando una tristeza profunda y una falta de vitalidad y de conexión con mi vida. Estaba atravesando una situación que me resultaba difícil de transitar en soledad, sentía que necesita tribu. Durante el retiro sucedieron multiplicidad de experiencias valiosas, la que más quisiera destacar fue un momento de mucha vulnerabilidad en dónde mis compañeros de retiro y maestros me acogieron y me acompañaron a rendirme y dejarme cuidar, sostener. Recibí miradas amorosas, palabras bonitas, me sentí valiosa en medio de mi dolor y mi tristeza profunda y eso me ayudó a sentirme fortalecida. Valoro profundamente el buen corazón de cada uno de mis maestros que guían con sabiduría y amor. Al regresar a casa he percibido cambios en mi confianza en la vida, he podido encontrar pedacitos perdidos de la mujer herida y he sentido mucho más gratitud por mi cuerpo, mi corazón y mi ser, por mi camino y por todos los seres hermosos que se cruzan en el y me acompañan con amor profundo.

Me entró la curiosidad de experimentar estados expandidos de conciencia con el objetivo de integrar y acelerar procesos personales que ya había trabajado lo suficiente en terapia. Eran eventos ya muy comprendidos por mi mente, pero a los que seguía dedicando atención, lo cual me resultaba desgastante. Ya había tenido algunas experiencias previas, así que conocía sus beneficios. La posibilidad de profundizar en un espacio seguro y contenido, en un lugar como Terrasana, con el acompañamiento de Claudia, Arturo, Magda y Jaume, lo hizo aún más atractivo para mí. Por otro lado, me interesa acompañar procesos terapéuticos mediante el uso de la etnoterapia, con la intención de profundizar e integrar experiencias o eventos traumáticos para mis pacientes de una forma más amplia y significativa. En ese momento, me sentía limitada y con dudas acerca de mis capacidades para activar, resolver, sostener y dirigir un negocio que había empezado ya en ese entonces. También albergaba incertidumbre para enfrentar el futuro o las situaciones complicadas que, en esa etapa de mi vida, percibía como amenazas y limitaciones personales tras mi reciente divorcio. Esto venía acompañado de una sensación de desvalorización y falta de confianza en la vida. La forma en que se diseñó el retiro de 11 días para mí fue fundamental. Fue como ir por etapas o niveles para poder llegar a las medicinas sin tantas resistencias y con objetivos más claros. Los facilitadores y la información que nos dieron acerca de las medicinas sagradas; el lugar —Terrasana es para mí un espacio de gran poder energético, mucha seguridad y confianza—; y, por otro lado, el grupo de personas que nos reunimos allí... Es muy poderoso todo lo que se crea cuando se comparten este tipo de experiencias intensivas. En ese momento, no tenía una situación económica que me permitiera pagar este encuentro con toda la tranquilidad que me habría gustado. Considero que ese fue el primer salto de fe que tuve que dar para confiar en todo lo que se ha creado y se ha movido desde entonces hasta hoy. No es que mi situación económica esté resuelta, pero sé que eso depende totalmente de mis acciones, de mis pasos, de la abundancia que nace de mi corazón y de mi resonancia, del compromiso en las decisiones que tomo hoy y que se traducen en lo que vendrá mañana, en todos los sentidos. Simplemente, no tengo palabras para agradecer todo lo que pude soltar, transformar e integrar a partir de ese encuentro. Mi confianza, mi paz, mi propósito, mi sentir, mi hacer, mi espiritualidad, mi amor propio, mi amor por la vida, por la existencia y por la mía en todas sus formas... Todo ello lo he podido abrazar y ver con más neutralidad, sin tanto juicio. Se instaló en mí ese sanador interior del que tanto escuchaba hablar y que yo no lograba tomar para observarme desde ahí con la paciencia, la amabilidad y el amor con los que necesito tratarme todos los días. Sigo trabajando en ello, pues revertir un patrón de toda la vida no es fácil, pero ya no me atasco ni me desgasto tanto como antes. Para mi día a día, me llevo el entender, conocer y sentir lo poderosa que es la energía del amor para tratar de vivir desde ahí. Vivir con la confianza y la seguridad de lo que soy para seguir y hacerle caso a mi intuición. Se dice fácil, pero no lo es: abrazar el misterio, la duda, la incertidumbre, sintiendo, atravesando y respirando, un día o un momento a la vez. Trato de ver a los demás con respeto y sin juicio, aunque no comparta su forma de pensar. Sé que todos somos parte del todo y que eso es perfecto para cada momento de la vida y la evolución humana. Parto de la base de que yo tampoco tengo la verdad absoluta, que incluso yo misma soy un proceso en construcción de descubrir mi propia verdad, y que esta no es para todos, y está bien. Ritualizo mis días, en mi práctica profesional, como mamá, etc. Tengo una visión más amplia de la vida.

Varias razones me llamaron a tomar la formación en Psicología Transpersonal. Una de ellas fue la curiosidad por aprender desde un enfoque que integra los conocimientos de la Psicología Transpersonal con la sabiduría ancestral. Aprendí mucho sobre la importancia del ritual y las habilidades necesarias para acompañar estos procesos. También me atrajo la propuesta académica que integra el aprendizaje experiencial, algo que considero fundamental cuando se busca comprender los estados expandidos de consciencia. Este formato, además, está cuidado y sostenido por profesionales con muchísimos años de experiencia y un amplio camino como maestros. Todo esto resonó con una intuición profunda sobre el poder de los rituales y las herramientas de la Psicología en el momento actual que atravesamos como humanidad. Hay, sin duda, un resurgimiento que requiere ser sostenido con responsabilidad. Durante el proceso he aprendido la importancia del respeto y la humildad para, desde ahí, poder estar al servicio cuando acompañamos a otros en los caminos del alma. Estos procesos de sanación son más potentes cuando nos acompañamos de una comunidad. En una sociedad que tiende al individualismo, nuestra salud mental y el equilibrio interior requieren de este elemento comunitario. Los procesos, si bien son interiores, adquieren otro poder en comunidad, permitiéndonos construir nuevas formas de relaciones e interacciones basadas en el respeto, el cuidado, la confianza y el amor. La propuesta de técnicas y herramientas se fue interconectando de manera sutil pero profunda. Requeri de mucha confianza para sostenerme en los momentos difíciles. Hoy agradezco a cada facilitador y facilitadora que se mantuvo con el corazón abierto y al servicio para cuidarme en el proceso. Hay algo en la exploración del camino transpersonal que lo hace único para mí: la conexión entre los procesos psicoterapéuticos y la espiritualidad. En esta formación he encontrado un espacio para explorar ese vínculo sin juicio ni expectativa alguna. Poder abrir estos espacios desde un lugar seguro me ha permitido profundizar en esa conexión e integrar, día a día, las experiencias en mi vida cotidiana. Me ha permitido tomar responsabilidad sobre mi vida: soltar conductas que me dañan y elegir desde un lugar honesto, atendiendo a mis necesidades profundas. Esto, sin duda, ha traído más belleza, libertad y verdad del corazón para seguir mi camino como terapeuta, mujer y ser humano.

Quiero compartir mi experiencia en el Instituto Holotropia, lo cual actualmente está marcando una gran diferencia en mi vida. Todo comenzó gracias a una invitación de mi querida y gran amiga Claudia Saviñon, quien me animó a participar en una vivencia muy distinta a cualquier otra práctica de expansión de la conciencia que había realizado antes. Esa primera experiencia fue tan profunda que me llevó a tomar la decisión de ingresar a la Maestría en Psicología y Psicoterapia en Estados Expandidos de Conciencia del Instituto. Durante ese primer retiro comprendí muchos de los desafíos que enfrento como hombre maduro de 52 años: creencias arraigadas, formas antiguas de ver la vida y la necesidad de seguir aprendiendo que el camino espiritual siempre sigue. Por ello, decidí subirme al barco en esta nueva aventura, con la intención de continuar sanando en mí mismo lo que aún necesita luz, y desde ahí acompañar a otros en sus propios procesos de transformación. El retiro estuvo cuidadosamente diseñado. Desde el inicio se nos brindó acompañamiento con mensajes, recomendaciones y una atención de gran escucha y amorosa por parte de facilitadores excepcionales, siempre presentes y atentos a cada participante. El lugar es maravilloso, la alimentación preparada con consciencia, y las prácticas profundamente significativas. Sin duda alguna, las experiencias con las herramientas terpéuticas fueron de otro nivel: me permitieron ver con claridad aquello que aún necesito trabajar, comprender, armonizar e integrar en mi ser. La integración de lo vivido ha sido, para mí, uno de los mayores retos, pues implica sostener una nueva visión de la realidad. Sin embargo, sé que no hay marcha atrás: cuando la conciencia se expande, el alma ya no puede volver al punto anterior. Agradezco profundamente el acompañamiento continuo de los facilitadores, con quienes podemos conversar individual o grupalmente, así como las herramientas complementarias —lecturas, escritura reflexiva y el trabajo en tríos— que ayudan a comprender e integrar más profundamente lo que se despierta en el mundo interno. Sin duda, mi mayor tesoro en este proceso ha sido liberarme de cargas emocionales que venía arrastrando desde mi adolescencia. Hoy reconozco que ya no tienen sentido en mi vida adulta y que elijo soltar y dejarlas atrás. Esta experiencia me ha recordado que la vida es un camino de constante aprendizaje, sanación y expansión, y que acompañar a otros en su proceso es también una forma de seguir sanando en mí.

Decidí participar en el retiro de Respiración Holotrópica, por un lado, porque ya conocía a Clau (también Terrasana) y confío completamente en lo que ofrece. Por otro lado, nunca había escuchado que se podía entrar a estados expandidos de consciencia a través del cuerpo y la respiración, es decir sin el apoyo de alguna planta o sustancia. En realidad no tenía una expectativa específica pero mi hermana me había compartido que era una experiencia increíble. Lo que recuerdo es que iba con una lesión en el brazo y que estaba muy activa la herida de la fragilidad de mi cuerpo, así que quizás esperaba seguir profundizando en mi proceso de sanación y estar en un ambiente amoroso durante el fin de semana. Varias cosas me impresionaron, las que recuerdo con más claridad son: •⁠ ⁠las revelaciones que mi compañero recibió, tanto a través de su cuerpo como de su experiencia visual interna •⁠ ⁠la sabiduría de mi cuerpo para fluir en el proceso de sanación Me encantó que hubiera algo de teoría, la claridad y preparación tanto de Clau como de Arturo, el contenedor seguro, abierto y amoroso que crearon para el trabajo, la integración artística y la experiencia de sostener y ser sostenida con amor para ir más profundo y sanar una capa más. No sentí resistencia o un desafío en particular, pero quizás en inicio me costó confiar en que mi cuerpo sabría qué hacer y qué necesitaba. La experiencia del retiro me hizo mucho más consciente de la información que se guarda en nuestro cuerpo, tanto el trauma y experiencias dolorosas, como la sabiduría para liberarlo y sanar. Uno de los muchos tesoros que me llevé del retiro fue el servicio amoroso y libre de juicio tanto de Clau y Arturo como facilitadores, como del grupo que sostuvo el ambiente seguro de sanación y transformación.